Tranquilos, guarden sus playeras. No nos referimos precisamente al anhelado boleto mundialista. A primera vista, el Foro de Doha que culminó el domingo fue un regreso a la normalidad en el quehacer diplomático del gobierno de Qatar tras dos años de ausencia por la pandemia.

Una vez más, las calles se llenaron de convoyes con banderas diplomáticas de distintas latitudes para acoger lo que para muchos ya se ha convertido en el Davos de Medio Oriente. Como es costumbre, el gobierno de Tamim ben Hamad Al Zani Emir de Qatar, jeque y rey absoluto reunió a más de 200 invitados, entre jefes de Estado, empresarios, líderes de opinión y activistas del mundo entero en el corazón del barrio diplomático de la Cornisa de Doha. Y todo con una vista privilegiada al Golfo Pérsico.

Sin embargo, el tradicional encuentro, tuvo una particularidad no prevista. En un programa que en un principio se enfocaba en la crisis del cambio climático y las consecuencias del Covid-19, la sombra de la guerra en Ucrania pesó sobre todo el evento. Incluso las discusiones en torno al papel de Afganistán en el mundo tras el retorno del Talibán pasaron a un segundo plano en cuanto apareció de manera sorpresiva en las gigantescas pantallas el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski durante la inauguración.

Portando su ya conocido uniforme de camiseta verde, el mandatario pidió a la comunidad internacional no quedarse de brazos cruzados ante el “chantaje ruso con las armas nucleares”; lo que recibió fueron aplausos.

El resto del evento se llevó a cabo como de costumbre, pero algo no fue lo mismo. Mientras los líderes y estrategas políticos de todo el mundo reunidos en la capital catarí abogaban por un mejor entendimiento en el concierto de las naciones en Ucrania seguían lloviendo los misiles.

En medio del calor de esta ciudad conocida también como la “perla del desierto”, el clima fue muy distinto a las ediciones anteriores. Lo mismo escuchamos al alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, asegurar que “Rusia está en camino de convertir a Ucrania en la nueva Siria”, que al Ministro de Relaciones Exteriores de Turquía ⎯miembro de la OTAN⎯, Mevlut Cavusoglu, reiterar que no dejará de comprar los sistemas de misiles de defensa rusos.

Pero quizás la mayor sorpresa de todas fue la presencia de México en el Foro que, por primera vez, contó con la participación como panelista de un canciller mexicano. En su segunda parada en su gira por Medio Oriente e India, el canciller Marcelo Ebrard se reunió con diversos funcionarios qataríes, estadounidenses y europeos para consolidar diversos proyectos de inversión y desarrollo, entre los cuales destacaría para agrado de muchos aficionados del futbol un posible vuelo directo entre México y Qatar. Ya sólo nos falta el infame quinto partido.

Sin embargo, Ebrard ya se anotó varios goles. Coqueteó con un posible acuerdo con el Fondo Soberano de Inversión de Qatar, especializado en inversión local e internacional que cuenta con activos de hasta 320 mil millones de dólares y anunció la negociación de un fondo conjunto por 60 mil millones de dólares con países de América Latina para mitigar los efectos del cambio climático. De concretarse, México presentaría los resultados ante los diversos foros globales para apuntalar su propuesta de imponer contribuciones obligatorias a todos los países miembro.

“Hoy tenemos voz porque el nivel de aceptación que tiene el gobierno de México es alto y eso hace que tomen mucho más en cuenta lo que tienes que decir en el ámbito internacional, como lo vimos con la resolución de la Asamblea General de la ONU que se aprobó sobre Ucrania”, nos dijo en entrevista. Antes de salir a su siguiente parada.