Apoyar a las y los maestros de México | Artículo
El magisterio mexicano logró mantener en marcha al complejo y enorme sistema educativo nacional ante las enormes presiones durante la pandemia.
Cada 15 de mayo se conmemora en México el Día de las y los Maestros. En la celebración de este año; sin embargo, debe comprenderse que no debe ni puede ser “una más”. Que la efeméride debe convertirse en motivo de una reflexión seria respecto de la educación en México, sobre todo ante dos hechos de la mayor relevancia.
El primero de ellos, es que estamos ante el inminente cierre de la administración, y en sentido estricto, a la SEP le restan sólo 24 meses de actividades en el marco de los ciclos escolares regulares, pues deberá entregar a la nueva administración, apenas dos meses después de haber iniciado el ciclo 2024-2025.
El segundo, es que estamos ante un magisterio que ha estado sujeto a enormes presiones durante la pandemia. Lo que han hecho las maestras y maestros de México, en ese sentido, no ha sido suficientemente reconocido; pues más allá de las fallas y graves errores de política pública que se han cometido a partir de la irrupción de la pandemia, la planta docente volvió a estar a la altura del reto y logró mantener en marcha al complejo y enorme sistema educativo nacional.
Frente a estas dos variables determinantes, es que el Gobierno de la República debe considerar cuál es la ruta hacia el último tercio de la administración; cómo consolidar lo poco y erosionado que se tiene; y cómo resolver los rezagos que se acumularon durante la pandemia, es decir, cómo lograr recuperar a las generaciones que hoy enfrentan los severos impactos de las emergencias sanitaria y económica de los últimos dos años. La pandemia no ha terminado de irse, y la recuperación económica se percibe no sólo lejana sino, sobre todo, incierta.
Hasta ahora, no se tiene información oficial respecto de una evaluación integral de lo que se hizo durante la pandemia para determinar el rumbo a seguir. Más allá de los muy escasos mensajes oficiales, se carece de un diagnóstico integral del estado de las escuelas; de las nuevas necesidades impuestas por un retorno a clases todavía parcial en algunos sectores, y sobre todo, sin tener claridad de cuál es el estado de la salud mental de la planta docente y administrativa.
Se desconoce, por ejemplo, si la SEP ha tomado las medidas necesarias para dar acompañamiento a las y los maestros que perdieron seres queridos durante la pandemia, y al interior de la comunidad escolar, cómo se ha atendido y acompañado a las escuelas donde uno o varios de sus profesores y profesoras perdieron la batalla ante la Covid-19.
Tampoco se sabe si hay estrategias similares de acompañamiento para las niñas, niños y jóvenes que están matriculados y que perdieron a seres queridos, e incluso a sus madres y padres. Los datos que tenemos en el país son durísimos: se habla de hasta casi un millón de niñas y niños huérfanos de madre o padre, debido a las consecuencias de la pandemia y de la violencia que se padece en todo el territorio nacional desde hace ya más de una década.
Lo que debe comprenderse es que este retorno que estamos viviendo no es un simple regreso de la casa a los planteles. En ese sentido, María Elena Medina Mora, Directora de la Facultad de Psicología de la UNAM alerta: las niñas y niños han vivido procesos muy complejos de vida en sus hogares: vieron y descubrieron cosas que normalmente, por el horario escolar, no tenían siquiera idea de que existían u ocurrían en sus casas.
La violencia en los hogares creció abismalmente, y eso ha afectado la salud mental de las niñas y niños. La edad promedio de inicio de problemas de depresión y ansiedad en México es hoy de siete años; es decir, justo la edad en que las niñas y niños están en educación primaria, y hacia adelante.
Sabemos muy poco en torno a las estrategias de la SEP para garantizar el retorno a la escuela de aquellas niñas, niños y adolescentes que abandonaron sus estudios durante la pandemia, o que truncaron sus ciclos escolares. ¿Dónde están? ¿Cuáles son las dinámicas y características de sus familias? ¿Tiene becas o pueden otorgárseles? ¿Cómo recuperar los aprendizajes y capacidades no adquiridos?
¿Qué ocurrió con aquello de “la nueva escuela mexicana”? ¿Cuáles son sus resultados? ¿Dónde están las evaluaciones integrales? ¿Por qué no se llevó a cabo un proceso de sistematización de la experiencia de lo hecho durante la pandemia, como lo había sugerido en su momento la UNESCO para documentar lo que ocurría en la pandemia en nuestro país?
Carlos Mancera, experto en temas educativos, explica que el presupuesto de la SEP en realidad no se ha incrementado en los últimos años; y que si bien es cierto han crecido los recursos destinados a las becas, esto ha sido a costa de los recursos que antes se destinaban al mejoramiento, ampliación y conservación de la infraestructura escolar. Esto quiere decir que, el deterioro que se vivió en los dos últimos años, será difícilmente revertido en los próximos meses y años, si no se lleva a cabo un esfuerzo presupuestal importante para garantizar que las niñas y los niños asistan a escuelas dignas, y que sean asimismo, espacios de trabajo en dignidad para las y los maestros de México.
Sorprende asimismo el silencio de las organizaciones gremiales. Sobre todo, del SNTE y de la Coordinadora. ¿Qué opina el Sindicato y sus Secciones de estos temas? ¿Cuál es su diagnóstico y cuál es su postura y propuestas de acción? ¿Cómo renovar la acción democrática sindical para impulsar la renovación educativa de México?
Por ello, ante la complejidad de este escenario, es que sobre todo preocupa la propuesta de reforma del modelo educativo que se presentó para la educación básica desde el Gobierno Federal. Porque sin un diagnóstico que nos diga dónde estamos en los puntos aquí señalados, sería un error muy grande iniciar un proceso de reforma sin tener antecedentes, por ejemplo, a través de un programa piloto, que permita identificar cuáles son las posibilidades reales de su implementación y cuál es la evidencia que acredite que será un modelo eficaz y pertinente; es decir, que efectivamente eso es lo que requiere el sistema educativo nacional.
Afortunadamente, México cuenta con un magisterio comprometido; y seguramente, pronto, saldrá a dar la cara, como siempre lo ha hecho, por la educación de nuestras niñas, niños y jóvenes. Mientras tanto, es tiempo de reconocerles y de decir que sin ellas y ellos, el país tendría muchos más problemas que los que ya enfrenta.